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Caracol peludo descubierto en ámbar de 99 millones de años
Un equipo de investigadores anuncia que han identificado una nueva especie de caracol terrestre en una pieza de ámbar de aproximadamente 99 millones de años. El caparazón del animal tiene pelos cortos y erizados, suficientes para darle al gasterópodo una ventaja evolutiva.
Los caracoles terrestres en ámbar birmano del Cretácico medio (ca. 99-98 millones de años) han atraído un gran interés de los paleontólogos en los últimos años. En la revista Cretaceous Research, los investigadores describen aquí una nueva especie del género Archaeocyclotus perteneciente a la familia Cyclophoridae, basada en un fósil bien conservado descubierto en una mina en el valle de Hukawng, Birmania.
Usando microscopía óptica clásica y microescáneres modernos con reconstrucciones computarizadas en 3D, el equipo de la Dra. Adrienne Jochum, del Museo de Historia Natural de Frankfurt, señala que ha identificado pelos cortos y densamente implantados que emergen en los márgenes de la línea de crecimiento de la periferia de la concha.
Esta es la octava especie de ciclofórido descrita del ámbar birmano, seis de las cuales también tienen caparazones peludos.
Este nuevo caracol fósil, llamado Archaeocyclotus brevivillosus, mide 26,5 milímetros de largo y 21 milímetros de ancho. Los pequeños pelos finos en cuestión aquí tienen solo 150 a 200 micrómetros de largo.


¿Cuál es el punto de ser peludo?
No es raro que las conchas de los caracoles terrestres fósiles y actuales estén adornadas con pelos. Estos últimos están formados por la capa superior de la cubierta proteica (periostracum). También se conocen conchas peludas de varias familias de caracoles terrestres, lo que sugiere que esta característica surgió varias veces de forma independiente durante la evolución de los caracoles terrestres.
El hecho de que apareciera varias veces e independientemente de la especie también sugiere que estos pequeños pelos ofrecieron a los caracoles uno o más ventajas evolutivas. Los investigadores aún desconocen las razones, pero las hipótesis son numerosas.
Estos pelos podrían mejorar la capacidad de los animales para adherirse mejor a las plantas, por ejemplo, o desempeñar un papel en la regulación térmica al permitir que pequeñas gotas de agua se adhieran al caparazón. Estos pelos también podrían haber protegido el caparazón de este caracol de la corrosión por el suelo altamente ácido de su antigua selva tropical, o sirvieron como camuflaje para protegerlo de los depredadores. Finalmente, obviamente no se excluye que estos pelos proporcionaran una ventaja en la selección sexual.
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