Cuando te imaginas a bordo de un submarino, es fácil decirte que, en caso de un gran problema, la muerte es la única salida. Este peligro estuvo muy presente en la época de los primeros aparatos de este tipo, pero hoy en día las posibilidades de supervivencia son mucho mayores.
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Un peligro evidente
Si el concepto de submarino se remonta a la Antigüedad, los primeros vehículos verdaderamente operativos datan del siglo XIX. Debes saber que la inmersión máxima de un submarino militar rondaba los cien metros durante la Segunda Guerra Mundial. Hoy, la profundidad máxima es entre 300 y 400 metros. Imagine la siguiente situación: un submarino se encuentra con un problema y no puede regresar a la superficie. El oxígeno es cada vez más escaso y la tripulación debe escapar para intentar sobrevivir. Surge entonces una pregunta: ¿cómo salir de esta máquina sometido a la presión del agua helada y salir a la superficie?
Como explicó Wired en un artículo publicado en 2020, esta pregunta apareció muy rápidamente durante el accidente del Brandtaucher, el primer submarino totalmente sumergible que se encontraba en fase de prueba. En 1851, el dispositivo oscuro dieciséis metros de profundidad en el puerto de Kiel (Alemania). A esta profundidad, es imposible abrir la trampilla de salida debido a la presión. Los tres tripulantes que padecían cierta asfixia a las pocas horas tuvieron la idea de inundar el submarino. El objetivo entonces era aumentar y equilibrar la presión del aire con la del agua para poder abrir la escotilla.

Trampilla doble, pulmones artificiales y combinaciones
Desde la década de 1900, los submarinos fueron equipados con un trampilla de doble salida. De hecho, tener la única opción de inundar la nave era simplemente inaceptable. Entre las dos escotillas hay, por lo tanto, una pequeña esclusa de aire en la que pueden caber dos hombres. La esclusa en cuestión se puede llenar y vaciar, lo que permite jugar con la presión de la escotilla que conduce al exterior. Esto puede así abrir y cerrar sin problema. Sin embargo, habrá que esperar hasta mediados del siglo XX para ver el equilibrio de presión en la esclusa de aire. Esto fue posible gracias a los “pulmones artificiales”, bolsas de goma que contienen productos químicos para capturar el CO2. Para que los marineros pudieran inhalar su propio aliento y recubierta de grasa para resistir el frío.
Hoy en día, el equipo es mucho más avanzado. Los submarinos contienen trajes anti-frio. Estos están llenos de aire y te permiten respirar mientras subes más rápido a la superficie. Estas combinaciones de colores brillantes también están equipadas con un balsa salvavidas individual permitiéndole ser visto mientras flota en la superficie del agua mientras espera ayuda.
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