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¿Son realmente efectivas las tecnologías de captura directa de CO2?

Un estudio realiza una valoración comparativa del ciclo de vida de las instalaciones que practican la captura directa de dióxido de carbono (CO2). En particular, tiene como objetivo conocer en qué medida las emisiones asociadas a la construcción y operación de estos sistemas compensan el servicio prestado. Los resultados fueron publicados en la revista Energía de la naturaleza el pasado 28 de octubre.

Para limitar el calentamiento global, se nos presentan dos estrategias no exclusivas. Uno, bien conocido, es llegar al meollo del problema y reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. El otro apunta a intervenir deliberadamente sobre el clima para limitar su deriva. Este tipo de acción, a veces asimilada a los cuidados paliativos, es el dominio de geoingeniería.

Purifica la atmósfera de su desbordamiento de CO2

Sin embargo, bajo el término geoingeniería, encontramos técnicas que son tan diversas como variadas. Entre ellos se encuentra la eliminación directa de dióxido de carbono de la atmósfera a través de sistemas que succionan el aire, capturan el carbono que contiene y luego lo inyectan profundamente en el suelo. Estas tecnologías están comenzando a utilizarse de manera operativa como lo demuestra la instalación de Orca en Islandia.

Sin embargo, surge una pregunta. ¿Cuáles son los beneficios netos cuando se equilibran las emisiones asociadas con la construcción y operación de estos sistemas y la captura de CO2 que producen? Asombrosamente, pocos estudios proporcionan una evaluación precisa de este impacto ambiental y las conclusiones alcanzadas hasta ahora pueden haber sido controvertidas.

CO2
Instalación del sistema Orca en Islandia. Créditos: Climeworks.

Sistemas eficientes, complementarios a la reducción de emisiones

Para superar esta falta de información, los investigadores han elaborado una evaluación comparativa del ciclo de vida de dos categorías de plantas que capturan y almacenan directamente CO2 (TSA y HT-Aq para temperatura de oscilación de adsorción y solución acuosa de alta temperatura, respectivamente). Una diferencia principal: el primer sistema funciona a baja temperatura, mientras que el segundo requiere altas temperaturas internas para funcionar.

Se ha descubierto que el proceso de extracción de CO2 a bajas temperaturas es sorprendentemente eficiente. », Señala Kavya Madhu, autor principal del artículo. ” Por ejemplo, por una tonelada de CO2 extraída, se emiten 0,3 toneladas para el suministro necesario de energía y calor, y solo 0,15 toneladas si se utiliza electricidad baja en carbono. “. En su resumen, el estudio indica así que“Con un suministro de energía con bajas emisiones de carbono, HT-Aq y TSA producen respectivamente eliminación neta de carbono de hasta un 73% y un 86% por tonelada de CO2 capturado y almacenado “.

Por el momento, la eficiencia unitaria de los sistemas no se ha materializado a gran escala, ya que para ello es necesario desplegar un gran número de instalaciones y aumentar en gran medida el caudal de aire que actualmente trata cada planta. En este sentido, los autores quieren ser pragmáticos. ” Dado que la extracción de CO2 ya es relativamente eficiente, es probable que las técnicas de captura directa de aire desempeñen un papel complementario a largo plazo en la mitigación del cambio climático, pero no como un reemplazo. », Concluyen.


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